Antes de respirar la vida divina se deberá aprender (¡si es que se
puede!) a ahogarse en la vida humana.
Abre
el turno del día la ponencia titulada:”La
herida de la fe: entre presencia y distancia”, su autor, Francisco García
Martínez, nos advierte que, actualmente, no podemos explicar la fe sin mostrar,
no solo su justificación, sino igualmente los lugares de acceso a ella.
Dios se hace presente en el mundo, no en un
espacio sagrado propiamente suyo, sino que se define a sí mismo como el que
origina, sostiene y puede dar cumplimiento desde dentro al ser mismo de este
hombre que se descubre asaltado por una presencia insospechada que le abarca en
todas sus dimensiones y en todos sus espacios de vida y que se le ofrece como partner
salvífico. De esta manera, nuestro ponente, nos introduce en un universo
poético- filosófico de relaciones y libertades, de implicaciones y
sometimientos que hacen grande el discurso teológico. La tesis inicial de la
relación salvífica es una mezcla de “gozo e inquietud”. Se trata de analizar la
presencia paradójica de Dios en la vida del hombre. Presencia, nos dice
Francisco García, que lleva al hombre a la alabanza a través del llanto, a la
tierra de abundancia a través de la sequedad del desierto, al enaltecimiento
máximo a través de la humillación radical, a la vida a través de la muerte. El
hombre de fe es así un hombre herido.
Los
prototipos escriturísticos de hombres de fe, Abraham o Jacob; los profetas más
destacados, Moisés, Elías o Jeremías; personajes de la narrativa didáctica, Job
o Jonás; relatos del Génesis, Adán, Eva o Caín; santos tales como Juan de la
Cruz o Francisco de Asís; y como signo más evidente, el Crucificado; todos
ellos, muestran cómo el hombre de fe es un hombre siempre herido. La fe no
parece ser una aceptación de respuestas divinas que compensen o consuelen
preguntas y necesidades del transitar de la vida del hombre, más parece una
lucha de voluntades en un constante caminar tortuoso de aprendizaje del amor
frente a Dios.
La
ponencia está llena de “píldoras contra el dolor” exentas de contraindicaciones,
veamos un ejemplo: La fe se alcanza a sí
misma, en su forma más perfecta en ese lugar existencial donde el hombre dista
de sí mismo, donde aparece herido en la grandeza y belleza de su vida por la
falta de su plenitud, donde el hombre muere ante un Dios eterno.”
En
la actualidad, reflexionar sobre la fe y la revelación apenas tiene relevancia
o interés, puesto que lo que parece estar herido es la propia fe en un hombre
que, hoy por hoy, no se deja herir por la bendición. Fe, encuentro de lucha y
bendición, que ha sido presupuesta en nuestra cristiandad y que nos ha
conducido a territorios de in-experiencia de la fe, donde no sabemos hablar de
ella porque no es claro que sea nuestro propio territorio. Por eso, no hay
anhelo, por eso el discurso creyente no encuentra eco ni siquiera entre los que
se dicen creyentes.
Nos
situamos en el núcleo de la cuestión. La herida de la fe se produce por la
presencia de un reverso de Dios desconocido. O bien, Dios nos pide lo imposible,
generando una incisión; o bien, Dios se esfuma, no está donde debería estar
para nosotros, se produce la escisión. Dios aparece pues en la experiencia
creyente como: posibilidad suprema de consumación de la vida o límite absoluto
de esta misma vida.
Termina
nuestro ponente puntualizando las formas o lugares existenciales donde se
muestra la herida de la fe: en el muro de la facticidad, en nuestra relación
con el mundo; en el peso del sufrimiento y la violencia, Dios se presenta en la
mediación del propio cuerpo; en la reticencia de la libertad, Dios se presenta
como una herida por acción u omisión; en la huida del pecador, el hombre no es
capaz de ofrecerse desnudo a la presencia de Dios pues siente como su mirada le
humilla, le define como el que no está a la altura de la posición en el mundo
que le ha sido otorgada; y, por último, en la libertad de Dios, cuya acción en
el mundo conlleva un vacio inevitable, vacio a partir del cual solo la
esperanza es el fundamento de la vida del creyente.
Acudir
a la página web entretiempodefe.es puede sernos de utilidad para seguir
reflexionando en compañía de Francisco García Martínez.
Pasamos
a la segunda ponencia del día, “Claves de
una nueva evangelización”, presentada por Juan Jesús García Morales. Nueva
evangelización no se plantea como un comenzar de nuevo sino partir de la
proclamación del Evangelio. Evangelio que es para siempre, para cada ser
humano, para cada circunstancia. Sin perder el horizonte del anuncio se hace necesario
reproponer formas nuevas hacia el camino de la felicidad verdadera.
Se
pregunta nuestro ponente: ¿Cuáles son los destinatarios de la evangelización?
Para dar respuesta a este interrogante nos muestra los dos ámbitos
fundamentales a tener en cuenta: el contexto y la persona.
Contexto
radicalmente nuevo, época distinta a cualquier otra de la historia, en donde se
han transformado no sólo los valores sino las preguntas esenciales o creencias
y, “en las que han explotado las ideas de
efecto retardado que Nietzsche había introducido en la mente del ser humano
contemporáneo.”
Persona
que se enfrenta a un conjunto de circunstancias sobrevenidas: imposibilidad de un
análisis de la realidad unificada; rapidez en los cambios; enmascaramiento del
conocimiento por una cantidad ingente de información; tercera muerte de Dios en
la psique del mundo europeo.
Contexto
y persona en la deriva a un mundo descreído, a una perdida preocupante de lo
sagrado y, por tanto, a un proceso de descristianización. En esta envolvente
surgen los retos para la Nueva Evangelización.
Primer
reto, no tener miedo al fragmento. Los discursos globales no están considerados
en nuestro contexto. Hacer teología hoy consiste en el ejercicio paciente de
introducirse en cada fragmento para dialogar con cada verdad.
Segundo
reto, la producción teológica debe dejar de hacer responder todavía a los
postulados y autores de la modernidad. Mayor atención con la ciencia y no sólo
con la filosofía, en especial la física, la matemática aplicada, la biología,
estructuras de conocimiento, redes sociales, instituciones políticas.
Tercer
reto, dinámica del grano de mostaza. La teología debe abandonar complejos e
incidir en la economía, la política, el mundo del espectáculo y el ocio.
Cuarto
reto, el lenguaje teológico. Tendrá que recurrir a las pequeñas batallas,
siendo accesible e interesante a los intereses personales. Lenguaje que no sea
agotador pero sabiéndose consciente de su estatuto anterior a otros lenguajes,
por contener el misterio.
Una
vez definidos los retos, Juan Jesús García, paso a identificar las claves de la
Nueva Evangelización:
1.
Humildad. Es una forma de ser
por dentro, no saberse Dios sino sus criaturas.
2. Universalidad. Actitud intelectual “nacionalista” típicamente
contemporánea que anuncia una idea. El cristianismo no anuncia una idea,
anuncia a una persona y, esa persona, se ha ofrecido para la salvación de
todos.
3.
El perdón. Práctica antigua
del testimonio. Credibilidad de la Iglesia asociada al testimonio y más si se
da desde la propia vida. El testimonio y el martirio suponen el crisol donde se
verifican los esfuerzos de evangelización de los cristianos, porque son las
instancias donde se manifiestan la coherencia y autenticidad de la fe y la
sacramentalidad de la Iglesia. Es donde cobran sentido la humildad y la
universalidad.
Tras
un pequeño descanso, se inició la mesa redonda prevista en la puerta, su
título: “Razones para la fe”.
Invitados a esta cita: Carlos Cabrera, filósofo, teólogo y profesor de Secundaria,
habló desde la zozobra por lo que está ocurriendo en nuestra realidad. La fe no
es un acto al margen de la razón es constitutivamente racional. Me inclino,
dijo, por la coherencia del ateísmo. El ateísmo es una posibilidad de nuestro
cristianismo, aunque algunos pensamos que esto es insuficiente. El estatuto de
nuestras convicciones no pueden ser impuestas al otro; Jesús Pérez Peña,
químico y físico, infancia, ambiente familiar y escolar marcaron su regusto por
la fe católica. Fe declarada débil pero constante en su trayectoria social,
laboral y humana. La fe la considera un regalo con la que ha convivido y a la
que no pretende analizar críticamente; Sergio Domínguez Jaén, poeta y escritor,
saber ser creído por Dios es la consistencia de su fe. Fe cimentada en estudios
de cuestiones teológicas y con dudas en la acción. Nos dice, “no he encontrado otro sistema mejor que la
enseñanza del maestro en el evangelio”; Carlos Jarque, sacerdote y hermano
de la comunidad Adsis, las realidades que dan alegría a su fe son: la búsqueda interior,
palabra dicha que nos descoloca; el Tú, que aparece como respuesta y como
llamada, en libertad; el grito, la fe en Jesús nos hace ver la cruz de otra
manera, la fe nos anuncia que el sufrimiento es soportable; la mesa, lugar del
compartir, Iglesia como espacio de convivencia que puede sanar.
El
miércoles 7 de noviembre situados en la mesa compartida, se desarrollarán dos
ponencias: a las 16:00h “Fe e Iglesia.
Sentido comunitario de la Fe.”, a cargo del Dr. D. Salvador Pie-Ninot,
profesor de la Universidad Gregoriana de Roma y de la Facultad de Teología de
Catalunya; y, a las 19:00h “La fe,
encuentro con una Persona a la que se le confía la propia vida” ponencia
que será desarrollada por el Dr. D. Francisco Conesa Ferrer, Vicario General de
la Diócesis de Orihuela - Alicante. Entre ambos ponencias se presentarán tres
comunicaciones: 17:15h “Nuevos lenguajes
en el cristianismo. Experiencia y preguntas de un Seminario” elaboradas, en
común, por Lcdo. D. Daniel Barreto González y Lcdo. D. Juan F. Comendador
Prisuelos; 17:40h “El retorno del
paganismo. Un reto a la nueva evangelización” presentado por Lcdo. D.
Carlos Mª Marrero Moreno; y, por último, a las 18:05h “Teología contemporánea y transmisión de la fe en el crisol del Vaticano
II “ por el Lcdo. D. Agustín Ortega Cabrera.
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